“Tormentero”, alucinante y cadencioso relato del olvido

Por Héctor Trejo S. columnista de Radiografía Informativa.

Diversas son las visiones que un individuo puede tener del mundo que habita, del entorno en el que interactúa y de la gente con quien comparte los diversos momentos de su existencia, sobre todo, si esa relación está influida por los efectos de un alcoholismo fermentado con recuerdos tortuosos y reiterativos. Esa es la historia de Don Rome (José Carlos Ruiz) en “Tormentero”, la más reciente cinta de Rubén Imaz.

El filme, inspecciona la vida de un pescador en retiro a quien llaman Don Romero, que ha pasado a ser un héroe olvidado por la comunidad, cuyos problemas emocionales –y de salud- lo orillaron a enclaustrarse en su propia casa, donde lo acosan los recuerdos y el remordimiento por no vivir como él quisiera.

El anciano además, vive inmerso en su propia culpa, al recordar que el petróleo que descubrió años atrás, le trajo una condena a distanciarse de los suyos, situación que denota sin tapujo alguno, la soledad y el abandono que viven los adultos mayores en prácticamente todos lados.

Estos elementos construyen una mezcla de sentimientos intensos, que marcan la pauta para el ritmo contemplativo y de gran descripción de los elementos visuales, que le imprime el director al del filme, situación apoyada en una muy destacada fotografía.

Entre los galardones que ha recibido se encuentran el Guerrero de la Prensa en el Ficunam, premio al Mejor director en la Mostra de cinema de Sao Paulo en Brasil y a Mejor actor en Festival Internacional de Cine de Mérida Yucatán.

En suma, es una opción compleja para quienes acostumbran el cine comercial, pues ni el ritmo, ni los temas –que son muchos- ni el bombardeo de información visual, son siquiera cercanos a las películas hollywwodenses. Lo verdaderamente valioso es la historia y la forma en que Imaz nos la cuenta.

Por otro lado, sirva este espacio para hacerle llegar nuestro más sentido pésame a la familia Arriaga; Patricia y Guillermo, por el sensible fallecimiento de su señor padre, Carlos Arriaga Alarid.

Cabe recordar que dedicó su vida a la cultura, al grado de fungir como director del Centro Cultural Sor Juana, además de otras actividades en el medio de las artes.

Nos unimos a la pena que los embarga y les deseamos una pronta resignación.

Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico [email protected] o sígame en mis redes sociales “CinematografoCeroCuatro” en Facebook y “Cinematgrafo04” (sin la “ó”) en Twitter.

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