Por Carmen Báez, Agencia Informativa Conacyt.
Ciudad de México.- Una gran proporción de las mujeres recluidas en las prisiones de México presenta problemas de adicción y trastornos de salud mental, además de tener dificultades para acceder al tratamiento para este tipo de problemas, esto de acuerdo con estudios realizados por la doctora en antropología, Martha Romero Mendoza.
En este contexto, en el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM), de la mano de la investigadora Martha Romero Mendoza, se realizan estudios vinculados con el tema de las adicciones en mujeres en prisión y su relación con problemas de salud mental.
Derivado de su trabajo de investigación, la doctora Romero Mendoza ha desarrollado un modelo de intervención para la evaluación de conductas adictivas en mujeres en prisión, dirigido al personal de los centros de readaptación social femeniles y profesionales que trabajan de manera cercana con ellas. El objetivo de este modelo es proporcionar herramientas para el diagnóstico adecuado del problema.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, la especialista miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) detalló la importancia del estudio en esta población, y explica en qué consiste el modelo de intervención que propone.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Por qué es importante el estudio del consumo de sustancias en las mujeres en general y de las mujeres en prisión en particular?
Martha Romero Mendoza (MRM): El consumo de sustancias adictivas en mujeres, como pueden ser el alcohol, el tabaco y las drogas legales e ilegales, ha aumentado de manera importante en los últimos años. De hecho, en el primer artículo que escribí sobre el tema fue en 1995 y parecía que las mujeres no consumían este tipo de sustancias. Sin embargo, en el trabajo de campo comencé a observar que había una gran cantidad de mujeres que consumían a la par que los hombres. Este consumo es más preponderante en mujeres jóvenes.
En las encuestas nacionales de adicciones se observa el problema de consumo de alcohol que tienen las mujeres jóvenes; en algunas delegaciones de esta gran ciudad consumen más alcohol que los varones. Por otro lado, las mujeres de mediana y mayor edad consumen más drogas médicas fuera de prescripción.
Se ha vuelto un problema de salud muy importante porque al consumir sustancias adictivas se exponen a riesgos especiales, como involucrarse en actividades ilegales. Dicho consumo las hace proclives a delinquir.
Lo que muchas veces desconocen es que las drogas y el alcohol afectan de manera diferente a hombres y mujeres: si ella comienza a beber en las mismas cantidades que él, se enfermará primero, dañará más rápido su hígado y quizá desarrolle cirrosis más rápido. En ello tienen que ver cuestiones biológicas: desarrolla menos músculo y las sustancias se quedan más tiempo en el cuerpo y la intoxicación es mayor.
Las consecuencias sociales del consumo son distintas: si un hombre se embriaga, a mucha gente no le preocupa, pero si lo hace una mujer la describen como carente de valores morales. Muchas veces si ellas están bajo los efectos de intoxicación de alguna sustancia son agredidas sexualmente porque se piensa que están disponibles sexualmente.
Por otro lado, el estigma social con que cargan las mujeres causa que sus familiares las escondan, no las llevan a tratamiento, o incluso son expulsadas de sus hogares para no ser motivo de vergüenza para sus hijos. Socialmente a la mujer se le califica severamente.
El consumo de sustancias adictivas es un problema en el que se ven más involucrados los varones —por cada 100 habrá alrededor de 20 mujeres—, los servicios de salud de tratamiento no tienen la capacidad instalada para aceptar a ellas o no saben cómo tratarlas, porque sus necesidades son distintas y ameritan un tratamiento particular y especial.
AIC: ¿Hay evidencias sobre cuáles son los principales problemas o situaciones por los que las mujeres recurren a este tipo de sustancias?
MRM: Una de las principales razones por las que empiezan a delinquir es porque son incomprendidas cuando son niñas. Muchas veces crecen en lugares con desventaja social, con frecuencia son abusadas sexualmente por parientes cercanos: hermano, abuelo, tío, padrastro.
Está comprobado científicamente que una mujer que ha sufrido violencia tiene más probabilidades de consumir sustancias cuando llega a la adolescencia; las drogas le permiten manejar el malestar que se activa cuando se percata que fue abusada sexualmente. Para algunas mujeres hay salidas, a veces son escuchadas, la familia es comprensiva, las llevan a tratamiento y la carga delictiva no se da.
No son eventos únicos los que hacen que una mujer llegue a prisión, se trata de una larga trayectoria que se gesta desde que son niñas, y que no es detectado de manera adecuada por las instituciones y los profesionales de salud. Nos han faltado intervenciones a tiempo efectivas y eficaces para que esta trayectoria no continúe.
AIC: En este contexto, ¿qué propone la estrategia de la reducción del daño?
MRM: Hicimos una investigación en los reclusorios femeniles de la Ciudad de México. Trabajamos con 214 mujeres de manera voluntaria, técnicas penitenciarias y directoras de las prisiones. El programa de reducción del daño propone estrategias a nivel individual, comunitario y político.
A nivel individual se generan estrategias útiles para que las personas reduzcan los daños que se causan derivados del consumo de sustancias adictivas evitando, por ejemplo, la sobredosis, el consumo durante la gestación, que conozcan los riesgos que conlleva compartir una jeringa cuando se inyectan heroína. Explicarles la importancia del sexo seguro en la prisión para evitar enfermedades de transmisión sexual.
A nivel comunitario capacitamos a directoras de las prisiones y a 90 técnicas penitenciarias para que conocieran a su población, principalmente porque se pueden tener prejuicios sobre una persona que está en la cárcel, pero desconocemos lo que hay detrás de quien delinque.
Nos compete brindar herramientas para que las personas con problemas de adicción manejen su consumo.
La reducción del daño propone que las personas a las que va dirigido el programa tengan voz y voto, en el sentido de que es su decisión dejar de consumir. Si deciden continuar con su consumo, lo hagan de forma responsable, que no dañen su entorno. Este programa sabe que la gente con pocos recursos tiene menos estrategias en la vida para logar la abstinencia total. Si la estrategia es exitosa, ellas dejan de consumir.
Primero se realiza un diagnóstico para saber qué necesita la persona. En el caso particular del crack y la cocaína, mencionamos cuáles son los efectos de las sustancias y cómo estas afectan el orden de su dormitorio, les ocasiona falta de descanso, problemas o sanciones en la cárcel. También les enseñamos a detectar el estado de ánimo que las lleva a consumir. Las invitamos a que no lo hagan para intoxicarse, porque pueden tener una sobredosis y morir.
No es enseñarles a consumir, es mostrarles que hay formas más seguras de hacerlo. En mujeres, el efecto más presente para el consumo de sustancias adictivas es la depresión.
AIC: Qué resultados ha mostrado este modelo de intervención?
MRM: En el Reclusorio Femenil Oriente graduamos a 120 personas, les dimos un diploma firmado por las directoras del reclusorio y del INPFRM. Una asociación privada vio lo que hicimos y se interesó en poner una unidad de intoxicación para las interesadas en dejar de consumir. Posteriormente evaluamos su tratamiento y se lograron desintoxicar más de mil 400 mujeres de manera exitosa.
Si queremos reducir la delincuencia en nuestro país no necesitamos más prisiones, se necesita invertir en tratamiento antes de que las personas lleguen a ellas. Debemos tratar a los usuarios de drogas como personas que tienen un problema de salud; la estancia dentro de la prisión puede tener otro ambiente y lograr una verdadera rehabilitación.
AIC: ¿Cómo capacitarse en este modelo?
MRM: Al principio este modelo estaba dirigido al personal de las prisiones, pero observamos que hay muchas personas que trabajan con la población en prisión una vez que salen de ella. Asociaciones civiles, psicólogos, criminólogos y cualquier profesionista interesado puede capacitarse en este modelo de intervención enfocado en la reducción del daño.
Las personas que deseen entrenarse en este modelo pueden recibir informes escribiendo a [email protected].