Toluca, Edomex.- Durante su embarazo, María Guadalupe Carillo Nava de 19 años de edad, tuvo dolor de cabeza, síntoma que consideró normal, el médico de la clínica privada donde se atendía nunca le advirtió sobre los riesgos de la preclamsia; todo transcurría en aparente calma, hasta que un 8 de septiembre del 2014 a las 17:00 horas, mientras laboraba en las ventanillas de cobro del Instituto de Seguridad Social del Estado de México y Municipios (Issemym), sintió una sensación extraña que le avecinaba el nacimiento de su bebé.
Luego de varias horas de labor de parto y a la intervención oportuna de los médicos, María Guadalupe dio a luz sin ninguna complicación a una niña que pesó 3 kilos 800 gramos. Al día siguiente, ambas salieron del hospital, y ya en su domicilio, informó a sus familiares que el dolor de cabeza continuaba, por lo que la abuela sugirió un baño de hierbas y una infusión para mitigar la cefalea.
Por lo que tras permanecer en cama por 12 horas a consecuencia de las infusiones y el baño caliente que le provocaron una baja de presión arterial, María Guadalupe se convulsionó por segunda ocasión y sus familiares deciden llevarla al servicio de urgencias del Centro Médico ISSEMyM Toluca, donde ingresó la madrugada del 14 de septiembre, inconsciente y en un estado crítico, su sangre casi no llegaba a los tejidos y las esperanzas de vida eran sólo del 10 por ciento, presentaba en las piernas quemaduras de segundo y tercer grado, que le provocó el agua hirviendo, relató Clara López, médico intensivista de este hospital.
La médico aseguró que después de realizar todo los protocolos y analizar el caso deciden entubarla e ingresarla a la Unidad de Terapia Intensiva, donde galenos, especialistas y enfermeras no se retiraron ni un instante de la paciente. Sin embargo, a pesar de los cuidados y el esfuerzo médico, entrada la mañana del 15 de septiembre, el estado de salud de Guadalupe empeora y se presenta un paro cardiaco que la llevó al filo de la muerte.
Gracias a los trabajos de reanimación humana y aparatos tecnológicos con el que cuenta la unidad de Terapia Intensiva del Centro Médico, su corazón comenzó a latir al minuto 12, pero debido al impacto del paro, su riñón y otros órganos dejaron de funcionar, por lo que fue necesario dializarla y conectarla a un respirador artificial. Pasados los días, su estado de salud comenzó a recuperarse, pero una neumonía infecciosa obligó a mantenerla dos semanas más en hospitalización y sedada, y luego de permanecer 34 días en Terapia Intensiva, y dos meses y medio hospitalizada, la paciente recuperó la salud sin daños secundarios y a finales de noviembre del 2014 fue dada de alta.