Por Héctor Trejo S. columnista de Radiografía Informativa
Cuando vemos en los créditos de una película al director de “Abraham Lincoln: cazador de vampiros” (2012), Timur Bekmambetov, pensamos que no valdrá la pena entrar a la sala, sin embargo, sus grandes contrapesos histriónicos y el fastuoso argumento no lo permiten, resultado final es un remake digno de la magnitud de la primera versión que no deja ni un cabo suelto y me refiero a “Ben Hur”.
Por la magnitud del largometraje, no había posibilidad de hablar de otra cinta esta semana de su estreno y es que, aunque hablemos de un remake, de los que constantemente me quejo en este espacio y a pesar del cineasta que decidió encabezar el proyecto, el filme es contundente, probablemente por la franquicia de la que se trata, posiblemente por el tamaño de actores que le dan vida a la historia o quizá simplemente por la nostalgia de los espectadores, pero es un largometraje de gran valía.
Si hablamos de la parte histriónica, del filme basado en la novela de Lew Wallace (cuya más famosa interpretación fue dirigida por William Wyler en 1959 y protagonizado por Charlton Heston) es sencillamente la más fuerte de esta entrega, sin escarbar mucho en los actores, el trabajo del monumental Morgan Freeman impone un parámetro difícil de comparar con su antecesor, aunque Jack Huston, quien ahora asume el papel principal no se queda atrás, quizá no al grado de aquel Heston memorable, pero ciertamente deja huella.
Sin lugar a dudas, el trabajo visual apoyado en los grandes adelantos tecnológicos aporta, ya no su granito, sino su puño de arena para que esta versión se convierta en algo espectacular. Dos secuencias dejan perfectamente clara esta situación. La primera: la batalla marina en la que se destruye el barco; la segunda mostrando la agresiva carrera en carretas que fuera uno de los momentos más álgidos de la versión que ganó 11 Oscares, en esta ocasión resalta de manera fabulosa también.
Para quienes aún no lo sepan, el filme nos habla Judá Ben-Hur (Jack Huston), un príncipe falsamente acusado de traición por su hermano adoptivo Messala (Toby Kebbell), un oficial del ejército romano. Despojado de su título, separado de su familia y de la mujer que ama (Nazanin Boniadi), Judá es esclavizado. Después de años en el mar, Judá regresa a su tierra natal para buscar venganza, pero encuentra la redención.
Es pues una película como mencioné anteriormente “espectacular”, que vale mucho la pena ver por todo lo anterior. Le aseguro que no se va a arrepentir.
Sólo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame al correo electrónico [email protected] o regístrese en la comunidad www.facebook.com/CinematografoCeroCuatro/ para obtener toda la información de los últimos estrenos.