El cine de Amat versus la economía de mercado

Por Héctor Trejo S. columnista de Radiografía Informativa

De acuerdo con información del IMCINE, México se ubica entre los veinte países con mayor producción cinematográfica a nivel mundial y dentro de los tres primeros en Americe Latina, por lo tanto somos un país de cineastas, actores y técnicos de la industria del séptimo arte y precisamente acá, de las 175 películas que se produjeron en 2017, 96 fueron financiadas por el gobierno federal por medio de fondos y estímulos fiscales de Foprocine, Fidecine y Eficine, y una de ellas, solamente una, fue blanco de las críticas severas y en gran medida infundadas del periodista de negocios, Carlos Mota.

Me refiero a la columna publicada el pasado día 2 de febrero en el diario El Heraldo de México, donde con lujo de detalle se manifiesta en contra del apoyo del gremio cinematográfico al director Amat Escalante y su película “La región salvaje”. La postura de inconformidad no es en absoluto mala, por el contrario, resulta válida y debería haber sido productiva y constructiva, sin embargo el tenor del discurso, alarmante al grado de discriminar es lo que preocupa.

Mota decía que existen “un grupo de artistas que se comportan como dictadores”, refiriéndose a Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, por el hecho de manifestar su apoyo a la exhibición de la cinta en salas de Cinemex, la cual califica de ilegítima, pues dice que “podría ser violatoria de la Ley Federal de Competencia Económica, porque dos agentes económicos competidores (Cuarón y Escalante) estarían coludiéndose frente al exhibidor”.

El periodista de negocios explica que los artistas “se perciben a sí mismos en una categoría superior y creen que sus creaciones, al acumular algunos premios, deben ser consumidas por el público” y concluye diciendo que espera que funcione la cinta en cartelera “para que finalice la costumbre de este director de solicitar recursos públicos para financiar sus caprichos”.

A esta categórica muestra de aversión por el cine de arte mexicano, habrá que anteponerle que invertir en la cultura, en este caso en el cine, ha sido una de las decisiones más destacadas de los gobiernos mexicanos, a pesar de que han indo en decremento con el paso del tiempo, el séptimo arte es un pilar del desarrollo intelectual del ser humano.

El tema de los artículos de desprestigio a la cinta de Escalante, se ha unido el diario El Economista, publicando números que demeritan el rendimiento en taquilla de la cinta, sin embargo, el tema esencial no es si se trata de una película buena o mala, si merecía o no recibir recursos públicos, el asunto primordial es la falta de sensibilidad de quienes quieren ver a las industrias culturales no como un ente formativo sino como una herramienta de control, queriendo equiparar los resultados de una cinta que cuesta millones y millones de dólares –como la gran mayoría de Hollywood- con una financiada con los recursos del estado mexicano, que según Vicente Gutiérrez de El Economista, “recibió 10 millones de pesos”.

Preocupa mucho el discurso autoritario que va más allá de quejarse de una mala cinta, más bien que busca criticar a quienes deciden unirse para apoyar al compañero de profesión y son mal vistos por no sujetarse a las normas de un sistema ante el que no están de acuerdo.

Efectivamente el cine como parte de las industrias culturales están inmersas en una economía de mercado como el resto de las actividades productivas, sin embargo, operan con una lógica muy distinta, apoyada en el gusto de la gente.

Solo le recuerdo que la imaginación se disfruta más en la oscuridad del cine, así que no deje de asistir a su sala favorita. Para dudas, comentarios o sugerencias escríbame a [email protected]

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