Por: Gigi, columnista invitada de Radiografía Informativa
¿Cómo inicié en esto? Uy mira ya ni me acuerdo, bueno, sí me acuerdo pero ya no quiero recordar; un día tuve un problema muy fuerte con mi marido, él era trailero y andábamos como nómadas de un pueblo en otro, sin establecernos en un lugar fijo, tal vez por esa razón mi familia me retiró todo el apoyo, hasta me dejaron de hablar.
Poco después de que cumplimos un año de juntarnos él quiso pegarme y yo nunca he permitido eso, así que dije “a la chingada, yo no voy a soportar más a este pendejo”, así que me fui con lo que traía puesto y me regresé a mi casa, le conté lo sucedido a mi mamá y me recibió de mala gana, eso sí, me dio un plazo de tres días para conseguir trabajo porque ella “no iba a mantener huevonas dejadas”.
Así empecé de nuevo mi vida, fui a varias entrevistas de trabajo, pero en ninguna me quedaba porque ni mi acta de nacimiento tenía, todos mis papeles se los quedó ese pendejo y yo de mensa regresaba, ¿para qué?, ¿Para que me acomodara una putiza?, No gracias; y ¿cómo comprobaba que por lo menos terminé la prepa?
Deprimida, cansada y hambrienta me fui a llorar a la glorieta del metro insurgentes, y ahí estaba yo echando la lágrima cuando pasó una chica de alrededor de 25 años, ella era Alejandra, medio guapa, chichoncita y con unas nalgas que le valían el apodo de la “levanta muertos”. El caso es que se acercó a mí y me preguntó que qué me pasaba, yo le dije que nada, ella sólo me abrazó y se esperó a que me calmara.
No sé por qué me sinceré con ella, le dije lo que estaba pasando y me contó que ella había pasado por algo similar, su novio la embarazó y cuando nació su primer hijo vinieron también las golpizas, hasta que un día ya no aguantó más y lo dejó, no sé si realmente era cierto o lo hizo nada más para ganarse mi confianza. Al final me dijo que por qué no trabajaba con ella.
Ese ofrecimiento me vino como anillo al dedo, no lo pensé más y le dije que sí, que trabajaría de lo que fuera con tal de tener trabajo y empezar a ganar dinero… no me imaginaba lo que me esperaba ese día.
Nos fuimos a unas oficinas que estaban a unas cuadras de ahí, en la calle de Oaxaca, entramos y parecía un Spa, había tres cuartos, todos con una cama de masajes y un baño con jacuzzi. Le pregunté entonces que de qué iba a trabajar, y me dijo “pues dando masajes”, le expliqué que yo no tenía experiencia, y me respondió: “eso es lo de menos, con que no te de pena quitarte la ropa, ya estás del otro lado”.
Qué, qué?????? Contesté toda paniqueada, sí, me dijo, el masaje se los das encuerada y con que le sobes todas sus cositas están contentos, eso sí, al final les haces una chaquetita y ya estuvo, a ti te tocan 200 pesos por media hora que estés dando el masaje, lo demás es para la casa. Lo único que atiné a decir es, imposible, ¡yo no soy una puta!; ella sólo me dijo, relájate, piénsalo bien, en ningún trabajo te va a ir mejor que aquí, además si a tus novios se las das gratis, ¿por qué no divertirte y cobrar?. Me dí la media vuelta y me fui.
Más pronto cae un hablador que un cojo, me decía mi mamá, y fue cierto, al día siguiente regresé a “la clínica” y le pedí una disculpa a Alejandra, “discúlpame manita, es que una no se imagina que va a terminar trabajando de puta”, le dije. Ahí ya me explicó bien cómo era la chamba, podías trabajar como quisieras, pero eso sí, entre más coqueta y chiquita la ropa más clientes conseguías. Los clientes llegaban a “la clínica” y ahí desfilábamos todas las chicas, éramos cuatro, y el cliente es el que elegía quien lo atendía.
El trabajo no era difícil, una embarrada de aceite, unas frotaditas en todo el cuerpo, una chaquetita y listo, terminaba el trabajo y venía la paga, claro, si dabas bien el masaje, o le dabas unos tallones cuerpo a cuerpo al cliente, o te dejabas que te dedearan, la propina era mejor. También era importante conservar la línea porque los clientes te escogían más.
El primer cliente que tuve no se me va a olvidar, de inmediato se desnudó y se acostó boca abajo en la mesa, ahí no hubo problema, pero al voltearse se me quedó viendo y me dijo “quítate la ropa”, y al quitármela me empezaron a temblar las piernas, fue horrible, me palpitaba el corazón al mil y al primer agarrón de nalga que me dio casi grito… jajaja nunca se me va a olvidar ese día.
Así fue que comencé en esto, ya después con el tiempo le agarras la onda, y poco a poco la lana te va orillando a hacer otras cosas, sexo oral y vaginal; al anal nunca le entré porque duele un chingo, aunque te pongas cremita.
La verdad el trabajo en clínica era muy bueno, conocías de todo, ingenieros, abogados, empresarios, no faltaba el que te ponía casa con tal de que dejaras la chamba, pero ya para ese entonces no creía en la palabra de ningún hombre, pero les bajaba el cielo y las estrellas con tal de que me dejaran una buena propina, me iba bien, hasta cinco mil pesos en un día llegué a juntar.
Esa fue mi primera vez en este oficio, la próxima semana les contaré un capítulo más de mi vida, mientras les mando un besito en donde más les guste. Gigi.
Si quieres que te cuente algo en especial de mis vivencias contáctame al correo del periódico: [email protected] Por favor, no doy informes personales, no ofresco sexoservicio, ni contesto correos.