Radiografía Informativa.- Los ídolos trascienden su tiempo por varias razones: sus seguidores que no permiten que el recuerdo muera, sus trabajos que permanecen y los mitos que en torno a ellos se crean. Y hay quienes se adentran a esos personajes y los exploran desde varias perspectivas, para aportar nuevas historias y mantenerlos vigentes, como Luis Lupone hace con Pedro Infante, en el documental Fervor infantilista (2014), que se exhiben en la Cineteca Nacional.
A 57 años de su fallecimiento, cumplidos el pasado martes 15 de abril, Pedro Infante sigue siendo un ídolo nacional cuya tumba visitan año con año cientos de personas procedentes de distintos puntos del país.
Esto se debe a que se formó un personaje empático con el pueblo que veía en él reflejados sus propios valores: la honestidad, la sinceridad, la nobleza, la picardía y el romanticismo. Y esto fue gracias a la mancuerna que hicieron el cineasta Ismael Rodríguez, el guionista, argumentista, dialoguista, compositor y escritor Jesús Camacho Villaseñor, mejor conocido por su nombre artístico, Pedro de Urdimalas; y el carisma y simpatía del cantante y actor sinaloense. Así lo reconoció el director del documental Luis Lupone, durante la función especial, previa al estreno del filme de su autoría.
En este largometraje de 105 minutos, el realizador expone los sentimientos de quienes hicieron de Pedro Infante parte de su vida, como sus miles de fieles seguidores, encabezados por Amparo Robles, presidenta del Club de Admiradores de Pedro Infante.
Pero sobre todo recaba los testimonios del padre cinematográfico del actor, el director Ismael Rodríguez y de Pedro de Urdimalas, quienes conjuntamente llevaron a la pantalla la zaga de Nosotros los pobres (1948), Ustedes los ricos (1948) y Pepe el Toro (1953). Películas que en buena medida fueron la causa del gran éxito de Pedro Infante.
En presencia de Guadalupe Infante Torrentera, hija del ídolo, el documentalista mexicano de origen italiano también autor de Memoria recuperada, explicó que se trata de un trabajo de más de una década, pues desde los años noventa empezó a acudir cada año a la tumba de Pedrito, como le llaman sus fieles autonombrados “Infantilistas”. Con lo que logró testificar este fervor.
Explicó que la inspiración surgió a partir de una exposición montada en el Palacio de Bellas Artes en 1992 que con el título “Ciudad de México años 20-50”, hacía una crónica de los aconteceres más importantes de la capital del país, y entre las figuras más destacables como “símbolos nacionales”, se encontraba Pedro Infante, y una fotografía inédita suya en la que se mostraba prácticamente desnudo, algo que generó un gran revuelo entre sus seguidores.
A partir de entonces, y con el apoyo del curador de dicha exposición, el fotoperiodista Alfonso Morales Carrillo, el documentalista inició el trabajo para realizar este largometraje que entre los muy valiosos materiales, incluye la entrevista realizada en 1989, al también compositor de la letra de la famosa canción Amorcito corazón, Urdimalas.
También es un justo reconocimiento a este personaje casi incógnito, al que los críticos e historiadores han mantenido en el olvido, Jesús Camacho, artífice de los grandes personajes del cine nacional y a quien nadie ha reconocido jamás por su trabajo, pues no es ni mencionado en las biografías o fichas de muchas de las películas que escribió.
Como el mismo director lo describió ante el público y los invitados, se trata de “una delirante realidad sobre un mito popular, ya que es un personaje que ha generado un gran fervor en torno a su persona”. Y no importa el tiempo transcurrido desde su muerte, pues año con año se siguen congregando en su tumba, ubicada en el Panteón Jardín, decenas de personas para recordarlo y cantarle, y tampoco importa cuántas veces se hayan programado, sus películas siguen gozando de un alto rating en televisión.
No se trata de un documental más sobre la vida de un ídolo, sino del efecto que aún sigue teniendo entre los mexicanos, cómo lo ven y veían sus seguidores, familiares y amigos, y sobre todo en cómo lo recuerdan, lo que saben y lo que se dice de él.
El material se desarrolla a partir de tres ejes principales: las canciones, las películas y los seguidores, representados por doña Amparito, quien acudió durante toda su vida, varias veces al mes, a cuidar la tumba de Pedro, y se encargaba de organizar los cuatro festejos que aún se realizan al año para recordar al actor y cantante: 18 de noviembre, día de su nacimiento; 15 de abril, día de su muerte; 29 de junio día de San Pedro y San Pablo, y el 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos.
No es una biografía, sino una evocación sobre lo que el público siente y cree sobre su ídolo, los conflictos que giran en torno a su persona e incluso el material incluye algunos de los argumentos –sin restarles o sumarles validez– sobre hechos que siguen siendo una incógnita. ¿Cuántos hijos tuvo realmente? ¿Pedro Infante no murió? Como asegura Urdimalas en una poesía intercalada a lo largo del filme: “¿Pedro Infante sigue entre nosotros?”. Esas y otras preguntas seguirán sin respuesta, pero lo que sí es un hecho es que la fuerza de esta gran figura nacional trasciende a su tiempo y a su historia y este documental es prueba de ello.
Fervor infantilista se exhibe en la Cineteca Nacional, los horarios y salas se pueden consultar en: