Colaboración especial de Alex Sanciprián
El doctor Raúl Nieto, fitotecnista de Chapingo, explica cómo ha sido el arduo camino de crecer en la adversidad, de qué manera es posible restablecer la dignidad de los Mixtecos.
Texcoco, Edomex.- Avanzamos la brecha que sube y a la izquierda miramos personas que pizcan maíz en un predio cultivado bajo el concepto de agricultura de conservación.
– Fidelfa, ¿eres tú?
– Sí, Raúl, ¿y tú eres tú?
– Ajá.
Son cerca de las cuatro de la tarde y el sol es un pleno surtidor de brillantez, de modo que el azul del cielo mixteco se torna de un azul de indiscutible etiqueta ’no me olvides’.
Ando, yendo, estando aún en la Mixteca alta oaxaqueña.
Acompaño al doctor Raúl Nieto, junto con el camarógrafo Rubén Velázquez, en el levantamiento de imágenes, en la cacería de estampas Mixtecas que muestran que sí es posible revertir la adversidad de la naturaleza y conseguir el éxito de proyectos productivos en el campo.
Antes habíamos estado en el medio de un cerro donde prevalece la contundencia pétrea del rumbo, en los alrededores de la comunidad de San Miguel Tulancingo.
Es decir, rodeamos el panteón del lugar y empezamos a subir el cerro hasta hallar una locación idónea para hacer tomas selectas donde el doctor Raúl Nieto explica el cómo crecer en la adversidad, y sobre todo hacer trabajo de campo para resolver en lo posible problemáticas agrícolas.
Son días previos a la Navidad.
Estamos en el corazón de la Mixteca alta oaxaqueña, en el aparente centro de la nada porque aquí el tiempo se vuelve elástico, los colores son más nítidos que en las ciudades, los nombres de los lugareños se vuelven entrañables: doña Paula que vende pepitas caseras, Adán, el regidor que tiene a su cargo la Comisión de Seguridad Pública, Fidelfa, la mujer madura que durante sus años mozos era de una belleza arrebatadora, pero de darle mucho vuelo a sus arrebatos se mira de impactante desgaste físico a sus menos de cincuenta años, Carmen, la intuitiva y emprendedora mujer que junto con la ingeniera Gabriela están al frente de una consultoría agrícola en el pueblo vecino de Tamazulapa.
Aquí en San Miguel Tulancingo se comprende el por qué de la vigencia imparable de la canción Mixteca, de José López Alavez: … Y al verme tan solo y triste cual hoja al viento,
quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento…
Aquí, hace apenas una década era notoria la pobreza extrema. Ahora sus menos de 350 vecinos habitan un entorno de precariedad, pero con la certeza de que en ellos mismos está la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida: la mayoría de los pobladores le guardan reconocimiento pleno al doctor Raul Nieto porque es de los pocos tulancinguences que ha regresado al terruño a impulsar el bienestar colectivo.
No pocos han asumido, hecho suyos los proyectos productivos que se han generado en el sitio: desarrollo de invernaderos, donde se siembra jitomate de alta calidad, establecimiento de bordos de contención para captar agua, instrumentación de más y mejores espacios en la agreste fisiografía para retener el agua de lluvia y contar con el vital líquido para plantar frutales, restaurar parte de la zona con árboles, impulsar la llamada agricultura de conservación, y el evidente éxito con la instalación de calentadores solares en la mayoría de las 114 casas del pueblo.
Y durante la toma de imágenes el doctor Raúl Nieto explica cómo ha sido el arduo camino de crecer en la adversidad, de qué manera es posible restablecer la dignidad de los Mixtecos, de los habitantes del país de las nubes, de la viabilidad de replicar, de multiplicar estos proyectos productivos a largo y ancho del territorio nacional.
Precisa el egresado de Chapingo en la conveniencia de hacer para resolver, de que quienes toman las decisiones en los tres niveles de gobierno deben, tienen que aplicar, necesariamente, voluntad, sensibilidad y convicción.
’Para ayudar, ciertamente, en el desarrollo del campo mexicano y mejorar las condiciones de vida de sus pobladores se necesita que esté al frente gente que sepa, que esté capacitada; ya es hora de ir más allá de los discursos oficiales y ponerse a trabajar y regresar a nuestras comunidades y dar, poner en marcha lo que uno ha aprendido en las universidades’.
Fuimos al centro de algunas barrancas a tomarle el pulso a las plantaciones de tejocotes, en el interior de uńo de los invernaderos el doctor, en tono didáctico, ofrece detalles de cómo se siembra jitomate sin suelo, sin ingredientes químicos en el proceso, de cómo se logran los injertos y se sustituye, en parte, la compra de semilla.
Paso a paso, en travesía zigzagueante, subimos a uno de los cerros, al pleno de la llamada Roca Madre, transitamos un trecho por el antiguo Camino Real hacia Tamazulapa. ’A mí me tocó ir y venir, cuatro horas de ida y cuatro de regreso, caminar estos senderos’, rememora el especialista en fitotecnia.
Se hizo la filmación de una entrevista a Baltazar, amigo y seguidor mayor de los empeños, de los trabajos agrícolas que ha liderado el doctor Raúl Nieto, donde hizo alusión a cómo era San Miguel Tulancingo 20 años atrás y la manera en que los pobladores se involucran ahora en la recuperación del trabajo en el campo, en los específicos proyectos que emprende el amigo doctor de la Universidad Autónoma Chapingo que ha regresado al pueblo, que va y viene y los acompaña en las múltiples posibilidades de hacer para resolver sus limitaciones de vida, con dignidad y evidente beneficio integral.
Conversar con los habitantes del país de las nubes es una experiencia de sensibilización, una literal lección de vida desde el saludo, en el entrecruzamiento de miradas, de una franca sonrisa al dar la bienvenida y la despedida.
Por las noches de esa estancia en la Mixteca recuperé el asombro de mirar el cielo estrellado y recordé algunas líneas del poema 20 de Pablo Neruda:
’Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: ’La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.’
El viento de la noche gira en el cielo y canta’.
Y de manera sintomática, en estos últimos días del 2017, también he tenido un singular dolor en el pecho, y llenarme de emoción cuando he tarareado en mis adentros la Canción Mixteca:
’Qué lejos estoy del suelo donde he nacido!
Inmensa nostalgia invade mi pensamiento;
Y al verme tan solo y triste cual hoja al viento,
Quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento.
¡Oh, Tierra del Sol, suspiro por verte!,
Ahora que lejos yo vivo sin luz, sin amor;
Y al verme tan solo y triste cual hoja al viento,
Quisiera llorar, quisiera morir de sentimiento’.